lunes, 12 de febrero de 2018

Christmas trip (Parte 2, de San Francisco a LA)

Día 5 (20 de diciembre)

Comienza la parte de carretera, esa que tantas confidencias nos envuelven.
Nos levantamos a primera hora, desayunamos nuestros ya tradicionales pancakes con mermelada en la terracita del hostel al sol, y tras cerrar las maletas nos dirigimos a alquilar el coche que nos va a acompañar durante todo lo que nos queda de viaje.


Lo de alquilar coches en EEUU es una lotería tu reservas algo por un precio y nunca sabes cómo acabas pagando una fortuna por él, pero bueno para que esta el dinero más que para disfrutarlo.


¿Sería un día fácil y sencillo para nosotras? Evidentemente no, cuando quisimos pagar el coche un ente negativo cayó sobre nuestras tarjetas y por arte de magia si cada una de nosotras llevábamos 3, no funcionaba ninguna. Ya nos temíamos lo peor, pero como por arte de magia (de nuevo) el señor se apiadó de nosotras nos regaló el segundo conductor y nuestras tarjetas funcionaron. Si señores, los milagros existen.


La ruta estaba un poco en el aire, una parte de la carretera 1 estaba cortada por obras y era inviable continuarla, ya que tan solo hay un acceso por esa parte. Por otro lado Santa Bárbara estaba ardiendo y nos daba miedo no poder llegar a la ciudad donde teníamos reservado una de las siguientes noches.
Según maps el corte estaba en Gorda, así que decidimos tirar hasta allí y luego dar la vuelta, ya que lo que queríamos era ver la ruta 1 de la costa, sobretodo la parte de los acantilados que era esa. Y al día siguiente retomaríamos desde Morro Bay.


El viaje en coche se nos dio la mar de bien, comiendo zanahorias, galletas y demás guarradas, acompañado de música latina (“música latina Mari” me pedía Fabi), buena gente y mejores vistas.
Las paradas las hacíamos en los puntos en los que había un hueco donde poder dejar el coche (como aquí dicen: “parquearlo”) y alguna playa, rompeolas o cantidad inmensa de pájaros.


Al principio parábamos cada 10 minutos al final cuando ya nos cansábamos simplemente comíamos, oíamos y observábamos. Porque si no el tiempo se nos echaba encima y además el aire azotaba con gran fuerza y fresco.


La primera parada iba a ser en Santa Cruz (un pequeño pueblo donde al final de la playa había un parque de atracciones), pero como no lo vimos interesante decidimos continuar. Así que la primera parada oficial fue de casualidad, Pigeont Point se llamaba y era un faro (me encantan los faros), además estaba muy accesible y la natura que lo rodeaba era preciosa, playa a un lado y al otro calas con arena blanca y paredes de roca roja.


También cruzamos varios puentes increíblemente altos y cuya sostenibilidad era dudosa para nosotras por el lugar y la sujeccion que estos parecían tener, pero si tanta gente hace la ruta lo normal es que sean seguros. (Bixby Creek Bridge).


Mientras continuábamos hacia Gorda nos hacíamos fotos, nos peleábamos por poner música, pero grande fue el descubrimiento del Carnavalintro (tengo un amarillo que, se me reparece a vos…), comíamos zanahorias (nuestro mejor y favorito snack).


Mientras todo esto pasaba dentro del coche, fuera nos adentrábamos en bosques y carreteras zigzagueantes que nos sacaban al filo del acantilado, donde parábamos para posturear y algunas veces pues mear.


Cuando empezó a oscurecer cuando quedaba poco para llegar a Gorda, nos dimos la vuelta para poder llegar a una hora moderada al airbnb que teníamos en Monterrey y si podíamos visitar un poco la zona.


Pero a lo que llegamos vimos que la ciudad no tenía nada que ver y la playa no era mejor de lo que habíamos visto antes, así que directamente fuimos al airbnb, sin duda la casa en la que mejor me lo he pasado hasta ahora.


Estaba llena de cachivaches y escondrijos en los que meter las manos y descubrir cosas. Ni que decir de la cinta de correr o corredora (peruan world) que solo funcionaba a fuerza, cuelgo video.


Además mi gran descubrimiento fue una pistola de bolas de goma con la que atormentaba a Fabi y Andrea mientras que intentaban descansar, ya que no era capaz de en tres tiros acertar a un rollo de papel, ellas eran blanco más fácil (Fabi consiguió tirarlo). También encontramos una Nintendo 64 con cartuchos de Mario, pero no estaba Mario Karts (anda que no pasábamos horas en la peña jugando a reventar los globos del otro). Tras una noche movidita con un botellón de vino en el cuerpo decidimos descansar que al día siguiente volvía  a tocar conducir.



Día 6 (21 de diciembre)


Como toda la ruta no se podía recorrer, decidimos retomarla en Morro Bay, un punto con una conexión más accesible y en la que no perdíamos tanto tiempo. Así que nada pronto por la mañana (tras descongelar el coche), desayunamos y rumbo al sur de la costa.


Tras aproximadamente dos horas conduciendo llegamos a Morro Bay con un hambre de muerte. Tras ver dos focas pelearse en el puerto, fuimos con el coche al pedrusco que hay en medio de la bahía y que la divide.


Intentamos comer fuera del coche viendo a la gente que hacía (valientemente) surf, pero las gaviotas y las ardillas nos atacaban, así que terminamos de comer dentro del coche (pero admirando tan maravillosas vistas).


Al terminar de comer uno de los chicos que hacían surf se puso delante nuestro a quitarse el neopreno (al lado nuestro, había otro coche con una mujer dentro), a lo que nuestra vecina nos dice “Oh he is so sweet” nosotras no entendíamos que pasaba pero se ve que a la mujer le gustaba mucho el muchacho, y verdad tenía que el chico mejoraba si más se podía las vistas.


Arriesgadas nosotras antes de llegar a Los Ángeles donde íbamos a hacer noche, quisimos parar en Santa Bárbara a pesar de que el incendio había hecho desalojar ciertas zonas.


De camino, pasamos por varias zonas donde sacaban petróleo, la verdad que me esperaba máquinas más grandes que esas. También encontramos varias granjas donde vendían 7 kiwis por un dólar (Fabi se nos volvió loca, que casi tenemos que parar a por ellos) y 3 aguacates por un dólar también (entonces Andrea también se planteó el parar).


Siguiendo en ruta llegamos a Santa Bárbara, una provincia enorme incendiada ya que abarca un montón de bosque, pero en la ciudad el fuego ni había llegado. Dimos vueltas con el coche por el centro y llegamos al Muelle.


A mi parecer era un pueblo muy bonito con casas coloniales españolas muy bien conservadas y coloridas, las calles llenas de palmeras y el océano en el fondo nos recordaban a películas como “Tu a Londres y yo a California”. El muelle nos dejó ver un inicio de la puesta de sol increíble, que continuamos recorriendo la Road 1 o también conocida como .De noche cruzamos Malibu (cantando la canción de Miley Cirus) y llegamos al hostel sanas y salvas.


Pronto nos daríamos cuenta que nuestro hostel nos iba a dar de las mejores sorpresas del viaje.
Al llegar a los Ángeles nos enteramos que nuestro amigo Luis estaba allí por problemas en su viaje, así que quedamos para ir a tomar unas cervezas a uno de los lugares más chulos que Los Ángeles tiene (y es que cosas así majas, los Ángeles tiene bien poco), a un roftoop con piscina caliente desde donde podías ver la noche de la ciudad (Upstairs Bar at the ACE Hotel).


PD: Los españoles en general poco escondemos nuestras necesidades de ir al baño, es decir si hay que ir a cagar pues se dice y ya está (y más cuando hay confianza) y si se desconoce el porqué del color se puede comentar. No solo eso sino que también se puede hablar de sexo. Culturalmente esto es un choque con Fabi, o cual a Andrea y a mí nos hacía gracia y a la pobre la torturábamos un poquito con ello.