viernes, 29 de septiembre de 2017

Canada

Ultimo día de escuela y nos vamos al encuentro con los chicos de Vashon. Allí nos ponemos rumbo Vancouver! El viaje en coche, en su mayoría fue de noche, ya que oscurece pronto y a las 9 de la noche parece que sean las 2-3 españolas de la madrugada.


Todo iba normal y llegamos a la frontera. Esperando nuestro turno sacamos nuestras delicatessen de cenas. El policía, nos preguntó que de dónde éramos, qué íbamos a hacer, cuantos días, a que nos dedicamos, donde vivimos y por supuesto que si llevamos armas.

Playa Vancouver (una de ellas)
Tras el cuestionario, al cruzar la frontera nos quedamos sin datos y menos mal a que teníamos el mapa descargado, pero oh oh la dirección que teníamos era errónea. Nos llevó a un pueblo a una hora del centro de la ciudad, a una casa en medio de una carretera. Allí en medio hicimos una parada técnica para ventilarnos…., ya que 4 horas de coche se hacen duras. Cambiamos nuestro destino donde finalmente aparecimos. Ahora teníamos la calle, pero no la casa, y cuando encontramos la casa la puerta no tenía ningún código, ni ninguna llave, así que menos mal a que los vecinos no ayudaron y la encontramos en una barandilla metida en una caja fuerte.


Tras un completo día de escuela y viaje, decidimos descansar para aprovechar al máximo el sábado.
A la mañana siguiente nos levantamos eufóricos, chillidos por aquí, dulce de desayuno por allá, peleas para la ducha, atrancamientos en el baño (una de las puertas estaba suelta y no se podía abrir si la cerrabas)… lo típico de los viajes en grupo vaya. En la casa encontramos un mapa, que menos mal a él, porque mirado teníamos poco, así que tracé dos rutas una para el sábado y otra más corta para el domingo.


Nos habían dicho que parquear por Vancouver era bastante caro, pero ¿Qué es para nosotros el dinero?, arrancamos el coche y go to the city. Allí encontramos un parking en el que “perdimos una pieza del coche” (había un bache y al girarme para atrás vi una pieza negra) pero resultó ser una almohadilla del cinturón que alguien tiró por ahí.


Pagamos, abrimos el mapa y comenzamos a andar, recorrimos todo Vancouver en menos que canta un gallo, Granville Street, Lookout Vancouver (una torre con un mirador encima, desde donde puedes observar Vancouver y parte de Ricmond con su típico Skyline) el ascensor que subía tenía una cristalera por la que podías verlo todo. También fuimos a Gastown a ver el importante reloj de vapor único en el mundo que celebraba 45 años.


Tras toda la mañana caminando buscamos un parque en el que pudiésemos sentarnos a comer. Encontramos un bonito parque al lado de un puerto, en el que había una playa y avistamos un par de focas, me mojé los pies y tras comer, bueno digamos que la presión por la altitud nos encogió los estómagos y corriendo íbamos a buscar algún sitio para ir a “chicago”, la mala suerte era que estábamos en el barrio chino, y además de sucias las calles estaban sucios todos los comercios.


Tras esta pequeña aventura seguíamos conociendo la ciudad cuando encontramos a un muchacho comenzando a esculpir en hielo anonadados nos quedamos mirando al señor, hasta que Andrea preguntó “What are you doing?” y el muchacho contestó “cubitos de hielo, que aquí son muy pequeños”. Imagínense nuestras caras…


La visita a Vancouver estaba ya finalizando ya que todo lo que era el centro lo habíamos recorrido a la mañana. Así que comenzamos a visitar parte del plan del domingo. Cogimos el coche y fuimos a Granville Island, una peninsulita convertida en mercado con de todo! Un lugar muy hippie en el que además del mercado había un montón de comercios de cosas hechas a mano, artesanías, cerveza, vino, juguetes…. Teníamos solo una hora porque el parking era gratis y si estas más tiempo permitido te multan. Así que vuelta al coche y fuimos a comer un helado y a la playa. Como había que volver a pagar, ni helado ni playa a casa.


En casa descansamos, buscamos un lugar para tomar cerveza y nos fuimos. El lugar que habíamos buscado justo acababa de cambiar el horario y estaba cerrado, de camino al segundo, encontramos un todo a cien en el que se nos fueron los ojos y tras el gasto encontramos un bar de portugueses donde acompañados de unas cervezas jugamos a las cartas, al super juego de “apuestas” que el chico del grupo nos enseñó. Intentamos pagar, pero ni teníamos dólares canadienses ni as 20 tarjetas que entre todos teníamos funcionaron. Así que menos mal que les convencimos de pagar en dólares estadounidenses.


Compramos cerveza para seguir bebiendo y jugando a las cartas, y fuimos a casa. Allí cenamos, bebimos y jugamos a otro juego con el que pasamos un buen rato, pero poco a poco la gente del grupo fue abandonando hasta quedarnos el zagal y yo. Allí estuvimos indagando en nuestras maravillas vidas pasadas y futuras. A lo que nos dimos cuenta eran las 5 así que me fui a darle la chapa a mi compañera de cama la Santanderina. Pobrecica a saber lo que le conté, ahora, que dice que se rió mucho (y yo también).


A la mañana siguiente tenía más miedo de tener resaca que de la que realmente tenía. Al rato ya estábamos camino a Stanley Park, una península en la esquina de Vancouver llena de árboles, animales y rodeada de mar desde la que se observaba el maravillo skyline de la ciudad y su sistema rocoso (montañas).


Enamorados de la ciudad por lo rápido que se llega a los sitios, su situación geográfica, la simpatía de la gente y la combinación mar y montaña, nos volvemos a Seattle. A mitad hacemos una parada de rigor a ver una playa americana…. Qué bueno… las hemos visto mejores.



Y así echando gasolina finaliza nuestro primer viaje en América del Norte.











martes, 19 de septiembre de 2017

Montañas de Aragón y sus gentes

Añoranzas Aramon
Ha nevado en Formigal, y son miles los recuerdos que me vienen a la mente. El año pasado fue la primera temporada que trabajé entera allí viendo día tras día todas las mañanas un cambiante paisaje cada día más bonito que el anterior, y es que no solo e clima hacía cambiar el ver de las montañas, sino que cada día compartía, conocía y creaba nuevas experiencias con más gente.


Y es que no podría centrarme en algún momento concreto ya que sería muy difícil. A la hora del trabajo muchas discusiones por qué menú poner  “basta ya de purés” o quien limpia el baño, pero me quedo con los momentos de palear y tirarnos en la nieve cuales críos, crear un muñeco de nieve entre todos dándole nombre y todo. Jugar en las colchonetas, pintar en las paredes, el jardín era un recreo para la mayoría de nosotros, entre pañales y lloros me quedo con los ratos de cuentos o días de piratas, salir a esquiar con los niños y hacer la casita o conseguir que los renos se diesen un beso. Ah y que no cunda el pánico cuando la cinta se rompe, ayuda a mejorar a siesta de los niños tras la comida. Cine en pantalla grande tirados por los suelos.




No todo era trabajar, después del trabajo venía lo mejor. Una nueva experiencia como es la convivencia en pareja los fines de semana, llena de suculentas cenas, paseos y películas. Las noches tras Marchica eran vuelta a la cama, seguro que Lidia me sigue esperando en los bares de Formigal. Visitas que amenizan el invierno como la de Chusky, Javi, Laura y Pablo. Un nuevo miembro en la familia Palma.




Y cuando lega mayo el horario es más corto y las tardes se convierten en excursiones con raquetas con deslizamientos de pantalón. Lanzamiento en tirolina con “luna llena” y futbolín y cerveza. Excursiones cortas con merienda incluida, en el salto de Sallent. Cómo no, esquiar compartiendo risas alguna que otra bola de nieve, caídas y saltos.





Cenas, películas, jueves latinos, despedidas, bailes de vuelta al trabajo por el medio de las pistas, carnavales, vinagrillos, slackline, escalada, chismorreos en la oficina y fuera de ella y mucho más. Seguro que las personas que compartieron estos ratos se acuerdan de muchos más pero no hay blog suficiente para recordarlos todos.



Gracias a todos por hacer del trabajo lo mejor del invierno, y es que aunque no nos demos cuenta, somos unos privilegiados por vivir donde vivimos.


Miguel, Fer, Irene, Jen, Oscar, Lidia, Pablo, Jon, Lara, Elisas, Manuela, Juani, Xavi, Chus, Carlos, Mariola, Santi, Inma, taquilleras, alquileres… HASTA EL AÑO QUE VIENE!