Miami
¡Y nos fuimos a Florida! El vuelo
pretendía ser largo con escala en Denver, pero teníamos entretenimiento para
aburrir, libros, Black Mirror, cartas, una pelota (en uno de los pases ya no se si Ulises o el Andalus le dieron a un piloto)...
El viaje fue protagonizado por
muuucho componentes: Cris, Rahul, el Andalus, Alfonso (amigo del andalus), Unay
(o más conocido en Seattle como Ulises), Clara, Carlota, Paula y servidora.
Una anécdota que no puedo dejar
de contar fue una trampa que Unay tendió a Cristina. Estábamos tratando de
llegar a nuestros asientos, caminando por los estrechos pasillos del avión,
cuando preguntó Unay, ¿oye como se dice calvo en inglés? Cristina, rápidamente
contestó con una pronunciación la mar de precisa, “bald” a lo que un señor
(calvo) se giró y la miró.
La primera parada de nuestro viaje
fue Miami, al llegar al aeropuerto fuimos a buscar nuestros coches alquilados,
y mientras unos discutían sobre el precio de la reserva otros jugábamos con el
balón (comprado en California) en la calle.
Una vez solucionado el primer incidente
de nuestro viaje fuimos a por el segundo, pero para entonces la música nos
acompañaba e íbamos cantando felizmente.
Al llegar al hostel se volvió a
complicar la cosa, allí nos esperaba Alfonso con unas cervezas y muchas ganas
de fiesta. El problema llegó cuando fuimos a pedir las sábanas y almohadas y...
¡¡No había!! El hostel era bastante cutrecillo y las camas (literas de 3 pisos)
estaban llenas de polvo e incluso regalo sorpresa un maravilloso condón que desafortunadamente
se encontró Carlota.
Intentamos hablar con James (el
recepcionista) y lo más que conseguimos fueron unas cuantas mantas viejas (pero
limpias) con las que poder pasar la primera noche, y las chicas de Wallingford,
tras mucha pelea consiguieron que además nos devolvieran parte del dinero.
Una vez todo recogido y con la
cerveza en la mano lo que mejor iba a sentarnos era un baño en el jacuzzi del
hostel (que tenía que tener todas las ETS posibles, y si no preguntarle al vasco
que antes de entrar olió el agua por si acaso).
Mientras nos bañábamos Cristina y
yo, nos dimos cuenta de James, nuestro simpático recepcionista salía de una
habitación privada con sábanas limpias, ¿ya os imagináis que fue después no? Pues
sí, entramos y al salir pilladas con las manos en las sabanas, pero James nos comprendió
y nos dejó cogerlas.
A la mañana siguiente tras un
copioso desayuno con “de todo”, cogimos coche y fuimos a visitar Miami Beach y
sus edificios estilo Art Decó, todos ellos llenos de colores que recordaban a
las películas de los 20.
Anduvimos por Lummus park haciendo
fotografías y pensando donde comer antes de ir a la playa, ya que tampoco hacía
un sofocante calor. Pero dónde comer se hacía una decisión difícil, entre
tantas ofertas nos quedamos con una en la que además de comer se bebía mucho y
muy barato.
La torcida que nos pillamos en la
comida no fue pequeña, y esta sí que hubo que pasarla por agua para poder
sofocarla. Mientras los Andaluces terminaban con el tequila del bar, el resto
no fuimos a bañar a la playa. Allí conocimos a unos dominicanos la mar de majos
(sin juzgar apariencias físicas, que ese ya es otro tema…), que nos dejaron
jugar a lanzar el balón con ellos.
En ese momento aun no sabíamos que íbamos a ser unos cracs de los pases con balón de rugby, pero poco tardaríamos en descubrirlo, de momento nuestro coach Alfonso quería hidratarnos con la botella mágica de Miqueas. Rahul, Cris y yo estábamos sedientos y aquel trago de agua nos iba a salvar, peeero…. Los andaluces nos la jugaron, esa botella contenía tequila y no agua…
En ese momento aun no sabíamos que íbamos a ser unos cracs de los pases con balón de rugby, pero poco tardaríamos en descubrirlo, de momento nuestro coach Alfonso quería hidratarnos con la botella mágica de Miqueas. Rahul, Cris y yo estábamos sedientos y aquel trago de agua nos iba a salvar, peeero…. Los andaluces nos la jugaron, esa botella contenía tequila y no agua…
Empezaba a anochecer y teníamos
que arreglarnos porque esa noche se salía al Mango, bar que frecuentamos todas
las noches. Y cómo no, CENAR, si algo he aprendido, es que a todos nos une la
pasión por la comida. Cenas con las que Alfonso nos deleitaba, y es que no
había comida que se le resistiese, nachos, pasta, barbacoas (de esa hablaré en
el siguiente post) …
El segundo día era día de
Turisteo, Cristina había preparado un planing que había que seguir si no queríamos
conocer la furia rubia.
Primera parada paseo por el barrio de Coral Globes, un barrio de estilo mediterráneo con grandes casonas y jardines con palmeras… allí visitamos la Venetian Pool, que a pesar de estar cerrada por mantenimiento entramos a marujear a ver que veíamos.
Todas las calles tenían nombres
de ciudades españolas, pero no encontré Zaragoza. Caminando, un laaaargo paseo
llegamos hasta el Biltmor Hotel, fue un hospital militar que actualmente es
icono de la ciudad.
Antes de entrar al hotel y flipar
sobre todo con la piscina, fuimos a ver una pequeña iglesia que estaba justo
enfrente. Esta nos sorprendió ya que era una de las pocas iglesias “antiguas” que
podemos ver en EEUU, o ya no antiguas, pero si parecidas a las que tenemos en España,
con su altar mayor, su pórtico decorado…
Y bueno allí que entramos, pero
de repente unas ganas de mear nos entraron a todos, y una señora que limpiaba
muy amablemente nos dejó pasar y ver así el interior de la iglesia y el pequeño
jardincito que atrás había.
Una vez ya saciados, tocaba
recorrer las galerías y salones decorados con cerámica y muebles rústicos.
Personalmente me sorprendió la cantidad de detalles que esconde este hotel,
techos de estilo gótico decorados con telas azules moteadas en amarillo, jaulas
de pájaros en el interior de la recepción. Parecía que nos hubiésemos adentrado
en un patio andaluz (solo le faltaba la decoración floral), con su hermosa
fuente en el centro del edificio.
En fin, tras anonadarnos y
hacernos un buen reportaje fotográfico nuestro cuerpo pedía relax, así que fuimos
a explorar el Key Biscayn en busca de playa, aunque he de decir que antes de encontrarlo
nos perdimos por otro key sin playa y casi sin salida.
El tiempo no acompañaba, estaba nublado
y hacía aire. El lugar acompañaba a hacer fotos, encima las palmeras eran
cocoteras, y claro una foto con un coco da mucho caché en el insta, era algo a
lo que no podíamos resistirnos. Tampoco iba a resistirme a intentar trepar una
palmera, pero esta vez se quedó en intento.
Como decía el tiempo no nos
dejaba poder apreciar bien la playa, pero aun así disfrutamos de ver los yates,
el skyline de Miami desde la costa y como no de la compañía.
Antes de irnos a casa fuimos a dar un paseo por el Bayfront Park, lugar donde hacen la mayoría de los conciertos, pintado con grafitis, lleno de tiendas y el mítico Hard Rock Café de dicha ciudad.
Antes de irnos a casa fuimos a dar un paseo por el Bayfront Park, lugar donde hacen la mayoría de los conciertos, pintado con grafitis, lleno de tiendas y el mítico Hard Rock Café de dicha ciudad.
Por la noche tocaba de nuevo Mango,
así no perderíamos la costumbre, que era además nuestra última noche para poder
salir.
Martes, último día que pasaríamos
en Miami, así que teníamos que aprovechar. Nuestra primera parada fue en Little
Haití, lo cual sorprendió mucho por su dejadez, lo cual daba pie a que pensásemos
que era algo peligros; pero también sorprendió por sus coloridos y
reivindicadores murales.
Tras Little Haití fuimos a Little
Habana, donde comimos al puro estilo cubano, mientras Alfonso nos contaba lo
mucho que disfrutaba bailando salsa cubana. La pobre Cris tuvo que conformarse
con comer una ensalada y plátano.
Con el buche lleno de comida fuimos
a probar el rico helado de la pequeña Cuba en la que nos encontrábamos. Esta
tenía hasta un parque donde SOLO se jugaba al dominó, y como yo sé que sois muy
listos y conocéis la originalidad americana, ¡habréis deducido que su nombre
era (redoble de tambores) DOMINO PARK!
La tarde la pasamos en la playa
jugando al balón y a las cartas, enseñándole a Rahulito a jugar a “Culo” y a “Tonto”.
Lo curioso de Crandon Park (playa en la que pasamos aquella tarde), era la
cantidad de gaviotas (Seagulls) que habitaban cerca de ella, y, sino que se lo
digan a Ulises, cuando valientemente se paraba con una galleta al aire mientras
ellas decidían si cogerla o no.
Ya de noche volvimos al hostel,
esa noche estábamos indecisos, no sabíamos muy bien qué cenar, cuando decidimos
que Alfonso haría unos buenos nachos con de todo volvimos al hostel y… tuvimos
un pequeño problema con los coches. Habíamos pagado parking, pero cuando fuimos
a dejarlo, nos habían quitado la plaza. Así que tras mucho discutir sin sacar
nada en claro, ni dinero ni cervezas que nos fueron arrebatadas, pasamos la
noche jugando y relajaditos en el jacuzzi.
Al día siguiente tocaba
Everglades, y viaje hasta nuestro nuevo alojamiento, así que había que
madrugar.
Y ahora vamos a hacer un salto, ya
que en Everglades y cayos estuvimos divididos dependiendo de nuestros intereses
turísticos. Así que (voz de comentarista de partidos de básquet cuando salen
los jugadores a la cancha) vamos a leer el episodio de ORLANDO escrito por la
rubia valenciana… Cristinaaa Looopeez.
Nasa
Nuestra pequeña gran familia volvió a juntarse en el parque de la NASA. Allí yo creo que todos vivimos el típico sueño de querer ser astronauta.
De pequeño tenía poco, aquello era enoooorme, los cohetes eran tan altos que daba dolor de cuello mirarlos. Y qué decir del Apolo 11 (con el que se dice que se llegó a la Luna). Tenían solo una nave par albergarlo, los propulsores eran de diámetro como nosotros de altos.
Allí pudimos pisar marte, hacernos foto con la foto de nuestro astronauta favorito yyyyy ver las instalaciones desde donde realizan algún que otro despegue.
No solo eso sino que hasta podías experimentar todo lo que un astronauta hace, como ir al baño! E incluso había un simulador que te llevaba casualmente a Zaragoza en cuestión de segundos.
Orlando (Cristina López)
Nuestra pequeña gran familia volvió a juntarse en el parque de la NASA. Allí yo creo que todos vivimos el típico sueño de querer ser astronauta.
De pequeño tenía poco, aquello era enoooorme, los cohetes eran tan altos que daba dolor de cuello mirarlos. Y qué decir del Apolo 11 (con el que se dice que se llegó a la Luna). Tenían solo una nave par albergarlo, los propulsores eran de diámetro como nosotros de altos.
Allí pudimos pisar marte, hacernos foto con la foto de nuestro astronauta favorito yyyyy ver las instalaciones desde donde realizan algún que otro despegue.
No solo eso sino que hasta podías experimentar todo lo que un astronauta hace, como ir al baño! E incluso había un simulador que te llevaba casualmente a Zaragoza en cuestión de segundos.
Orlando (Cristina López)
El viaje a los estudios fue una
maravilla. Habíamos llegado a Orlando la tarde de antes y habíamos salido de
fiesta. No recuerdo el nombre de la discoteca, pero me encantó porque pusieron
canciones latinas, de estas que son buenísimas para bailar y en Seattle (si no
vas a Sarajevo) es difícil encontrar ese tipo de canciones. El caso es que
parte del grupo del viaje estaba en la discoteca bailando y el otro resto se
quedó en el hotel durmiendo. La idea era estar en los Studios a las 9 en punto.
Los que estábamos en la discoteca pensábamos que podríamos con ello, porque
aquí en América, las discos cierran a las 2 y que bueno, con unas cuatro
horitas de sueño pues podríamos levantarnos sin problemas.
Lo que pasó es que yo fui la
única del grupo de la discoteca en poner la alarma y mi móvil se quedó sin
batería durante la noche. Total que, nos dormimos. ¡Me quería morir en ese
momento! Pero fuimos rápidos, nos vestimos, desayunamos y fuimos en coche hasta
los estudios. Una vez allí, ¡flipamos!
Para quienes no hayan estado en
los Universal Estudios, estos están divididos en cuatro partes: Universal
Studios Florida, Island of Adventure, Volcano Bay and City Walk. Nosotros
fuimos a la primera parte y esta a su vez está dividida en Production Central,
New York, San Francisco, World Expo, Hollywood, Woody Woodpecker’s KidZone, The
Wizarding World of Harry Potter “Diagon Alley” and Entertainement.
Queríamos reservarnos la parte de
Harry Potter para el final porque es lo que más nos gustaba y preferíamos verlo
con calma, una vez que hubiéramos visto el resto. Empezamos por el plato
fuerte, la montaña rusa (la única que hay en el parque) que se llama “Hollywood
Rip Ride Rocktl”. Es una pasada de montaña rusa porque es la única que he visto
en la que te puedes montar con música. ¡Sí!, habéis oído bien, con ¡música! En
tu asiento, a la izquierda, tienes unos botones con una pantallita en la que
primero eliges el estilo de música que quieres y después la canción. Yo me subí
dos veces con la canción de “I will survive” de Gloria Gaynor y ¡fue una
pasada! Empezamos bien nuestra aventura. Una cosa que me gustó mucho desde el
primer momento y en todas las atracciones es que tienen unas taquillas en las
que dejas tus pertenencias. Esas taquillas se activan con un número, pero si se
te olvida no hay problema porque basta con que detecten las huellas de tu mano
para que se abra la taquilla de nuevo. Está genial para organizarse y para no
llevar la mochila contigo todo el tiempo.
Después de esa atracción seguimos
con el resto. Creo recordar que nos subimos a la atracción de la Momia en la
parte de Nueva York (la de Hollywood y la de Nueva York están una al lado de la
otra). También nos gustó mucho pero lo que más, es que no había cola. En serio,
nos esperábamos una cola larguísima, pero en todas las atracciones no esperamos
más de diez minutos. Solo en la de Harry Potter estuvimos como una hora, pero
en el resto fue entrar, montarnos y salir. Eso nos permitió poder ver todas las
atracciones que queríamos. Cuando entras en la atracción, aparece el making of en las pantallas y también
tienes algunas vitrinas con objetos de la peli. La atracción es como meterse en
el interior de una pirámide montado en un tren y la maldición de la momia te
persigue…
Después de esa nos metimos en la
de Transformers. ¡Nunca había estado en una atracción 4D como esa! Flipante. Tú
eres el conductor de un coche y empieza una lucha entre los Transformers
“buenos” y los “malos”. Los malos, claro, van a por ti, y los buenos te ayudan
y te salvan la vida (vamos, que en realidad tú solo disfrutas del viaje y te
dejas salvar pero ¡cómo mola!) Parece que de verdad estás dentro del coche y
parece de verdad que te van a hacer trizas, la sensación 4D es muy realista y
los combinan con efectos como gotas de agua o vapor que hacen que parezca real.
Después de esas, nos metimos en
otras muchas más, como en la de los Simpson,
la de Men in Black, la de Shrek, la de E.T.… Todas ellas fueron fantásticas y lo que más me gustó fue la
ambientación. De hecho, si vas a los Universal, no vas por las atracciones en
sí sino por el decorado, la escenografía. Recuerdo que en la de Shrek había anuncios por las paredes
como que los tres cerditos daban clase de bricolaje, la princesa Rapunzel
buscaba novio, o que se vendían galletas de jengibre… Todo con un cuidado tan
especial que parecía que estabas dentro de la película. En la parte de los Simpson tienes de todo, desde el
Badulaque, hasta el Bar de Mou, el jefe Bigun rondando por ahí, Milhouse en un
banco sentadito, Jebediah Springfield, las cervezas Duff, la Krustyburguer…
Y los mismo con la de
Men in Black, los alienígenas estaban
muy bien hechos. Cuando entrabas en la atracción estaba la cafetería igual que
en la peli con los aliens tomándose el café. (Esta foto que adjunto abajo es de
Internet porque nuestros móviles estaban en las taquillas. Eso sí, si queréis
hacer fotos del decorado mejor llevaos los móviles con vosotros para hacer las
fotos, pero prometo que en la atracción era tal cual). La de Men in black es como una especie de El laberinto del Minotauro de Terra Mítica (no sé se habéis estado
en esa), pero básicamente estás montado en un carro y tienes que matar a los
aliens con el puntero láser de tu pistola. Al final, Will Smith aparece en la
pantalla y dice qué carro ha sido el ganador.
Para hacer un descansito de
montarnos en atracciones, resguardarnos del sol y comer un poco, fuimos a ver
un espectáculo llamado Fear Factor Live
que está basado en un programa de televisión en el que la gente hace cosas
extremas. Yo nunca había visto este programa, pero la verdad que el espectáculo
fue chulo. Unos chicos tuvieron que escalar y encestar anguilas en un cubo,
subirse a un coche y prenderle fuego, comer un batido de insectos, meter tu
cabeza en una caja de cristal con escorpiones… ¡DE TODO! Y, además, el público
puede participar y unas horas antes también anuncian y hacen un casting para todo aquel que quiera hacer
cosas de ese tipo, como comerte el batidito de insectos sin potarlo, jajaja.
A lo largo del parque también hay una zona más destinada para los niños, que es la del Pájaro loco, y también hay una zona que imita la ciudad de San Francisco, pero la verdad es que no nos detuvimos mucho en esa parte, más allá de disfrutar de las vistas que ofrecía con los puentes y con un pequeño laguito. ¡Ah sí! También hay decorados de pelis que te vas encontrando como el maravilloso Delorean de Regreso al futuro o el tren del Oeste de la tercera peli de la trilogía.
A lo largo del parque también hay una zona más destinada para los niños, que es la del Pájaro loco, y también hay una zona que imita la ciudad de San Francisco, pero la verdad es que no nos detuvimos mucho en esa parte, más allá de disfrutar de las vistas que ofrecía con los puentes y con un pequeño laguito. ¡Ah sí! También hay decorados de pelis que te vas encontrando como el maravilloso Delorean de Regreso al futuro o el tren del Oeste de la tercera peli de la trilogía.
Pero por
supuestísimo, lo mejor del parque fue Harry Potter. Ya antes de entrar en el
Callejón de Diagon, de repente te han teletransportado a Londres y ves
banderitas de Inglaterra por doquier. Lo mejor es el autobús noctámbulo. Lo
ves, ahí, como si fuera un bus normal, pero en realidad NO LO ES. La cabeza
parlanchina cuelga de la ventana y tiene la capacidad de repetir tu nombre
cuando lo escucha, de modo que te saluda y eso te hace sentir especial y guay.
Además, el chico que te sube la maleta al bus está esperándote para hablar un
poquito contigo y hacerte la foto. Se me caía la baba de lo fiel que era a la
peli. (con acento británico) Es algo magnífico, desde el momento que entras.
Todo está detallado al límite y encima ponen la banda sonora de la película
para que te metas más. Está TODO todito, desde la casa de bromas de Fred y
George con el divertido quitar y poner el sombrero de la entrada, la librería
de Flourish y Blotts, la tienda de ropa de Madam Malkin, la heladería de Florean
Fortescue, Slug and Jigger, tiendas de animales mágicos, de calderos, de
túnicas, Ollivander’s, Borgin and Burkes, etc. Casi me entraron ganas de llorar
de lo bonito que era y de lo parecido con las pelis, parece de verdad que estás
dentro de los libros. También vimos un espectáculo, el de La fábula de los tres hermanos. Básicamente, cuatro actores de
Inglaterra (el acento británico es palmario) te cuentan la fábula de los tres
hermanos con marionetas. Contado así parece algo simple, pero no lo es. Aunque
me lo esperaba mejor, le dan su encanto y lo dramatizan profesionalmente.
(Cuando digo “marionetas” no me refiero solo para niños, es para todos los
públicos). A l ahora siguiente había otro espectáculo llamado “Celestina y las
Banshees” que me pareció algo muy original pero no nos quedamos a verlo porque
preferíamos explorar las tiendas y ver bien todo el decorado. Por supuesto
también nos adentramos en el Callejón Knocturn que cuenta con un aire nocturno
y siniestro, totalmente diferente y con la banda sonora de fondo.
Pero lo mejorcito vino con la atracción del banco de Gringotts. Ya desde fuera
es lo que más llama la atención por el grandioso dragón que está en la cúpula y
que escupe fuego cada cierto tiempo. Pero dentro del banco… ¡es lo mejor! De
nuevo, el decorado no decepciona. Parece que estás dentro, a punto de pedir el
dinero de tu caja, con todos los elfos trabajando, con las lámparas enormes
colgadas del techo, con las fotos de los periódicos que se mueven...
¡Alucinante! Cuando te subes a la atracción tiene que escapar de Gringotts y te
persiguen Bellatrix y Voldemort. ¡Es la mayor pasada de la historia! Es un 4D
alucinante, con la cara de Voldemort enfrente de ti, apuntándote con su varita,
con Laguini acechándote, con la cantarina y acojonante voz de Bellatriz por
detrás y con Bill Weasley ayudándote a salir de ahí. Me encantan las últimas
palabras que irónicamente dice Bill al final de la atracción “Gringotts is one
of the safest places in the Earth”. Salí con la piel de gallina. Sin duda, fue
lo mejor del parque. Y ¡las ranas de chocolate! Jaja.
Y ya para finalizar, nos fuimos
al principio del parque, cerca de la entrada, a la atracción de Jimmy Fallon.
También fue una de mis favoritas porque te hace un tour por Nueva York en 3D,
claro. A mí me flipó. Yo, que soy una enamorada de Nueva York y ni siquiera he
estado, te recorres Nueva York en un coche de carreras siguiendo a Jimmy
Fallon, te metes entre el tráfico, dentro de edificios, subes a la Estatua de
la Libertad y ves toda la ciudad con fuegos artificiales y con las luces de los
edificios brillando entre la oscuridad. Es precioso. Por último, nos metimos en
la atracción de los Minions, que es la primera atracción que te encuentras al
entrar al parque, pero nosotros la hicimos la última. Si te gustan los Minions
y te parecen superadorables, sin duda, tienes que entrar en la atracción. Es de
nuevo un simulador en el que entras en el laboratorio donde están los Minions y
tienes que rescatar el regalo de aniversario que han comprado las nenas. Es muy
divertido y bastante cuqui.
Y ya sí que termino, antes de
marcharnos del parque, nos sorprendió un desfile que hicieron imitando el Mardi
Grass de Nueva Orleans. Las carrozas y los disfraces estaban muy bien diseñados
imitando a egipcios, griegos, disfraces del carnaval de Río… Tantos tipos de
disfraces que ni me acuerdo ya en verdad. Lo que no me gustó nada fue que
lanzaban collares de plásticos (porque al parecer eso es lo que se hace en el
Mardi Grass) y te bombardean la cabeza y el cuerpo. Me pareció un gasto tonto
de plástico y además, podía hacerte daño. Pero al menos, era bonito de ver.
Bueno, nos fuimos con la
sensación de haber aprovechado el día totalmente, de habernos subido en un
todas las atracciones y de haber disfrutado al máximo.